jueves, 30 de diciembre de 2010

Motivo nº 2

Sólo anhelaba que mis huesos entrasen en calor, el invierno húmedo me los había vuelto mohosos y blandos como un viejo papel, en cuyas líneas hay descritos cientos de golpes y caídas.

Entré en un lugar tan cálido como lleno de llantos, que fragmentaban un corazón de cristal colocado sobre un destartalado árbol de navidad, maltrecho por el paso de los años.

Una pequeña criatura de tez blanquecina y cabello de un color indescriptible cogía aire a bocanadas, como si en cada aliento mordiese y se aferrase a la vida. Entre cada exhalación hacía un nuevo esbozo de llanto en el que ya no salían más lágrimas... ni falta hacía. Su destino está escrito en un libro en cuyo título sólo figura un apellido que, al leerlo, retumba en los tímpanos como un funesto presagio, y en su prólogo reza: "En ausencia de metal, las ostias son más duras"

Al salir recogí los restos de cristal del suelo, los guardé en mi bolso y salí con la esperanza de que al menos, por hoy, no se rompería más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario