lunes, 13 de septiembre de 2010

Puntos suspensivos por Mª José

Mis tímpanos han experimentado un orgasmo al escuchar "Fare Thee Well, Miss Carousel" cantada por Van Zandt, mientras sube un dolor por la pierna y mis pulmones ansían henchirse de humo...
Los moratones de mi ombligo heparinizado claman por explotar como burbujas de jabón y dejar en el aire el olor a rosas marchitas que debería acompañar a este momento, pero no, hoy no me apetece estallar en una sinfonía acompasada de gritos, toses, improperios e indignación, me reservo para otro día que merezca más la pena crisparse, seguro que "Las chicas de Oro" con sus pérdidas de orina podrían asustarse, y aún podré poner la música más alto y cerrar los ojos para no observar semejante orgía de decadencia que llena el vacío buche de pájaro que habita en la cabeza de la gente que vive en la tierra que un día fue un "Imperio donde no se ponía el sol" y que hoy lo más parecido a un imperio es Inditex y lo más parecido al sol ; una bombilla de bajo consumo.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Oda a la patria perdida por Oly

Hace dos días que volví de una ciudad que nunca duerme, no porque no quiera, sino porque no la dejan.

Volví a recorrer sus calles por la noche, embelesada por sus luces, sus promesas y su pasado. Y no pude evitar, una vez más, sentirme parte de algo. Pero la puta realidad simpre gana la partida y ahora sólo quedan fotos y algunos papeles que demuestran que aquello no fue un sueño. Que volví a estar allí, volví a encontrarme, volví a soñar en frente del Globe, volví a enamorarme, a tener una aventura con un hombre que hace cuatrocientos años recorría esas mismas calles. Las baldosas no eran amarillas, pero era como estar en Oz. Mas, como hombre de ojalata, descubrí que le Mago no era más que una invención. No necesité golpear mis zapatos rojos para volver, una máquina de metal alada se encargó de acabar con todo ello.

Y ahora sólo quedan ideas tachadas en una libreta, y lluvia y cielos grises que me recuerdan a ella, a esas ciudad de la que no volvería.
Cuando todo acabe, me convertiré en una de esas palomas que tan poco me gustan para poder pasearme tranquila por Trafalgar Square.

sábado, 11 de septiembre de 2010

"Fractura tipo b, sin desplazar (Ni la fractura ni yo)" por Mª José

La siempre ingrata ciudad de Oviedo ofrece espectáculos esperpénticos,
al más puro estilo de "Luces de bohemia", y descensos sin paracaídas por ríos de agua y sidra, alucinaciones entre desmayos.

Consigue que su noche eterna sea abrigo para todos aquellos desharrapados y apátridas de la realidad, que son mecidos a su voluntad entre adoquines, cantos rodados y baldosas de mármol multicolor en el clímax de la oscuridad, para después despertarlos suavemente con el tibio olor a musgo y cerveza que emanan del amanecer rosado cuando se eleva desde algún punto indeterminado entre la Catedral y la Plaza del Paraguas.

Y no importa el día, ni el mes, ni el año, siempre hay un regusto a humedad en el tabaco, a sal en el agua y a tierra en el olfato, a dolor en el alma, a cicatrices que se niega a curar, a marcas de bala en las fuentes y en los edificios, y a una lucha fraticida entre los que quieren y los que no quieren olvidar, sin darse cuenta de que esta ciudad es el olvido y la memoria en sí misma, que permitirá que seas olvidado pero siempre te hará recordar. El dolor y la nada.

Y yo aquí, apoyada entre dos mástiles con el vaivén de la mañana y rodeada del caos que reina en esta habitación, intento organizarlo todo mentalmente para aunar fuerzas y reptar hacia el pasillo para poder decidir si sigo adelante o me paro en el camino a descansar.