domingo, 12 de septiembre de 2010

Oda a la patria perdida por Oly

Hace dos días que volví de una ciudad que nunca duerme, no porque no quiera, sino porque no la dejan.

Volví a recorrer sus calles por la noche, embelesada por sus luces, sus promesas y su pasado. Y no pude evitar, una vez más, sentirme parte de algo. Pero la puta realidad simpre gana la partida y ahora sólo quedan fotos y algunos papeles que demuestran que aquello no fue un sueño. Que volví a estar allí, volví a encontrarme, volví a soñar en frente del Globe, volví a enamorarme, a tener una aventura con un hombre que hace cuatrocientos años recorría esas mismas calles. Las baldosas no eran amarillas, pero era como estar en Oz. Mas, como hombre de ojalata, descubrí que le Mago no era más que una invención. No necesité golpear mis zapatos rojos para volver, una máquina de metal alada se encargó de acabar con todo ello.

Y ahora sólo quedan ideas tachadas en una libreta, y lluvia y cielos grises que me recuerdan a ella, a esas ciudad de la que no volvería.
Cuando todo acabe, me convertiré en una de esas palomas que tan poco me gustan para poder pasearme tranquila por Trafalgar Square.

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