Cuanto más lo
piensas, más te torturas. Cuanto más huyes de la Obsesión, más te persigue, más
te acecha.
No hay remedio
cuando se es así. Podría decirse que estamos “rotos”… Siempre he pensado en
ello. Hay gente que simplemente nace así, como si te faltara un resorte en la
cabeza. Siempre has sabido que eres diferente, lo has notado. Y, durante mucho
tiempo – una vida entera – has intentado cambiarlo. Ser, simplemente, normal…
Nos dicen que
debemos vivir en el “mundo real”… ¡Cómo si fuera tan fácil! No se imaginan lo
que es vivir en nuestras cabezas – no sobrevivirían ni una noche en ellas –. No
lo hemos elegido. Nos dejamos llevar por nuestras Obsesiones pensando que, tal
vez, el infierno de nuestras mentes se calentará con el fuego de éstas (el
infierno, como ya he dicho muchas veces, está hecho de hielo abrasador).
A menudo
silenciamos nuestra mente con drogas y alcohol – ¡Bendito manjar de dioses! ¡Bendito su calor en mis venas! ¡Bendito el
Paraíso al que me lleva! –. Pero hemos visto que así sólo hacemos daño a la
gente que nos quiere. Y, por ellos, lo seguimos intentando, luchamos por ser
normales, por vivir en su “mundo real”…
… Y cada día
morimos un poco más. Y nos sentimos más solos. Y quemamos otro cartucho de
Obsesión para derretir nuestro infierno.
Somos una
revolución fuera de contexto. Auténticos románticos del siglo XXI, buscando la
aventura, soñando despiertos entre brumas de opio. Somos Dorian Grey tratando
de ser inmortales, tratando de encontrar algo que nos llene un vacío que no es
posible llenar.
Somos niños
perdidos, eternos adolescentes. Sólo queremos sentir.
Y lo volvemos a
intentar. Renegamos de nosotros mismos, de nuestra esencia, y el infierno se
congela un poco más. Y los días se convierten en una tortura, el tiempo no pasa
– pero claro que pasa, es implacable –, y nos sentimos aún más fuera de lugar.
Esos días ya no lo intentas, sólo tienes sueños que acaban con un fundido a
rojo. Maldices. Lloras. Gritas.
La Felicidad no
se hizo para nosotros. Sólo existe Obsesión. Su dulce aroma te reclama. Y
vuelves a empezar otra vez… Pero, por los que amar, lo vuelves a intentar.
Porque ves su dolor cuando te miran, cuando saben que eres diferente y que
nunca podrán hacer nada para ayudarte.
Sólo nos queda
seguir luchando, persiguiendo ballenas, derrotando molinos de viento; quemando
cartuchos de Obsesión, dinamitando bloques de hielo de nuestro infierno mental…
Sin esperanza, pero valientes. Luchando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario