jueves, 29 de abril de 2010

Alter Ego por María José

En los brazos de Morfeo magnifico tu persona,
te ensalzo, te idealizo, hago de ti un ser perfecto.
Despierto y te vilipendio, te deploro, te tiro al suelo, te pisoteo y me río de ti.
Y no me importa porque no hay reproches, disfrutas con ello tanto como yo, y tú haces lo mismo conmigo pero al contrario.
En un momento de fugaz lucidez, nos hacemos conscientes de la condición de inmortalidad que te caracteriza, de que me puedes matar cuando quieras y lo harías sin dudarlo, pero no podrías vivir sin mí porque en mí naces, quizá no te pueda matar, pero puedo hacerte desaparecer (aquí y ahora).
Conscientes ya de nuestra dependencia mutua, aprendimos a convivir saprofíticamente, tú de mí y yo de ti, y así, siempre y cuando no duermas, te haré feliz, porque yo te insulto y me compadezco.

1 comentario:

  1. Y ésta es la prueba feaciente de que Emejota tiene que tener cuidado cuando lee a Dostoievsky porque le surgen más personalidades de las que ya tiene.

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