jueves, 29 de abril de 2010

Circunstancias 3.0 por Oly

La persona anónima se asoma a la ventana una vez más, esperando conocer lo que nadie dice.
Esta vez, ve algo que le impide llevar la vista hacia otro lugar. Así que se sumerge y deja que fluya…
Valiente vuelve a llorar sobre un folio en blanco. Sigue sin encontrar las fuerzas necesarias para seguir. Se repite una y otra vez que saldrá adelante, que esto pasará, que es solo una mala racha… ¿Pero una vida entera de mala racha?
Su madre, sus amigos, sus conocidos… todos tratan de decirle lo que debe hacer. Pero ella ya lo sabe. Sabe lo que debe… pero no si quiere.
Esto es nuevo para Valiente. Esta vez no depende solo de ella… ¿o sí? Si así fuera no sabe qué hace aún en ese mismo lugar de hace meses. Se desquicia, se pierde, llora, se vuelve a perder un poco más, se exilia… Empieza a pensar si de verdad merece la pena.
Valiente mira todos esos libros, esas hojas llenas de letras que no llega a comprender.
Y vuelve a mirar ese folio en blanco… Son tantas las palabras con las que lo llenaría. Eso es lo que ella quiere. Escribir, sin más. Nada más le hace falta.
Pero, desgraciadamente, de eso no se vive.
Sabe que pronto tendrá que volver a la realidad. Hacer lo que debe y no lo que quiere, dejar de luchar. Convertirse en una más del rebaño.
Algo en el interior de Valiente le dice que no, que aún es pronto, que no pierda la esperanza. Que es la gente como ella la que hace historia, a la que se recuerda siempre.
Se recuerda siempre sola.
“Valiente puede con todo”, es la frase más oída en su vida. Pero, ¿y si no? <>, piensa Valiente.
Aunque sabe que no es cierto. Ella es incapaz de tener a alguien junto a ella, al menos no por mucho tiempo. Todo el mundo que conoce se conforma con una vida tranquila, junto a los suyos. Pero Valiente no. Lo que quiere, en realidad, es una vida sin seguridad, sin lugar fijo, guiándose por sus sueños y su deseo, sin reglas. Pero ahora se ve incapaz de volver a volar.
Tal vez, Valiente no sea como su nombre indica…
Tal vez, su pasado le gane la partida…
Tal vez, al final sí que pase algo…
Las lágrimas recorren la cara de la persona anónima. Estos pequeños incisos en su ajetreada vida le llegan al corazón, le empapan lo más profundo de su ser calándole de por vida. Se jura que la próxima vez que se asome a la ventana, dejará más tiempo para cada historia que observe. Se aleja, pero esta vez no cierra la ventana. Prefiere dejar entrar toda la vida que hay allí fuera.

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