jueves, 29 de abril de 2010

Circunstancias 1.0 por Oly

Una persona anónima en una ciudad extraña mira por la ventana.
No ve excepto cosas anodinas, y sin fijar la vista en ningún punto concreto sigue ahí, observando el infinito.

Una niña juega con sus muñecas en el jardín de su casa. Todo su mundo gira alrededor de una Barbie rubia y de medidas perfectas. Cierra los ojos y se imagina siendo así de hermosa... Pronto se da cuenta de que su muñeca no es real, es de plástico. Entonces comprende que ella es más hermosa que su Barbie.

"Pásamela". Es lo último que oye él antes de ser cegado por una inmensa luz. Se enamoró de ella cuando solo contaba con 17 años. Dió su mundo: amigos, familia, novia, estudios... por ella. No ha recibido ni las gracias por tanta dedicación. Solo el beso frío que, en ese oscuro callejón, lo ha conducido -por fin- a una tranquilidad infinita. Dime, tantos años amándola, ¿han merecido la pena?

Se encuentran en el bar de su vida anterior. "No has cambiado nada" dice el Enamorado. Realmente ninguno de los dos han cambiado. Las mismas miradas, el mismo amor, la misma pasión... "He viajado en el tiempo solo para robarle un día más a tu lado" susurra la Enamorada. Los mismos sentimientos una vez más. Nadie sabe qué les une. Son tan diferentes que no consiguen hallar la forma de estar juntos. Pero no importa, se aman. Al final del día, la Enamorada vuelve a la Máquina del Tiempo, pero antes da un último vistazo a su Enamorado -sentado en una mesa del bar de su vida anterior- y se jura a sí misma que algún día encontrará la forma de estar a su lado.

El Impaciente se ríe con sus amigos en una terraza. Lorenzo calienta las cervezas casi al momento de llegar a la mesa, pero todos beben igual. Al fin y al cabo, solo son adolescentes. Cuando vuelva a casa, el Impaciente sentirá algo en su interior. No sabrá qué es, no reconocerá a la Soledad en su interior. Negará lo que siente y se dormirá profundamente. Cuando se levante todo quedará olvidado... hasta la siguiente noche.

"Me levanto de la cama de mi amante sigilosamente. Mi marido debe estar llegando a casa y debo volver. No quiero que piense que no soy feliz con él. Ni que nadie lo piense tampoco. La verdad se quedará conmigo... y con el hombre y la vida -o, ¿debería decir el tiempo hurtado a la vida?- que se esconden bajo esas mantas. Lo importante es aparentar, que los demás se crean lo que actúo, y tal vez -solo tal vez- algún día pueda dejar de fingir".

La persona anónima deja de mirar por la ventana. Mejor dicho, deja de fingir mirar por la ventana. La realidad la arrastra hacia su vida... una vez más. El consuelo es que eso que fingía mirar seguirá ahí cuando vuelva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario